16 de diciembre de 2013

La casa prefabricada de madera de Charlotte Perriand se hace realidad gracias a Louis Vuitton

En medio de una paradisiaca playa de Miami nos encontramos con una vivienda prefabricada de madera proyectada en 1934 por Charlotte Perriand, la primera mujer arquitecta de reconocido prestigio en el mundo. La casa del agua fue uno de sus proyectos más conocidos que nunca se llegó a ejecutar. Después de 80 años esta vivienda ha sido llevada a la realidad por la casa de moda francesa Louis Vuitton.


El proyecto de esta vivienda de vacaciones prefabricada para la clase trabajadora resultó uno de los premiados del concurso de arquitectura de la revista L'Architecture d'Aujourd'hui en 1934.


La casa está fabricada con madera y aluminio lo que permite su fácil construcción y montaje y reduce los costos. El diseño está pensado para borrar las fronteras entre el interior y el exterior creando una relación directa de sus habitantes con la naturaleza. Cuando fue mostrada por primera vez nadie se interesó en su construcción, de hecho muchas fueron las reacciones negativas y de rechazo hacia la misma.


El interior, con una superficie de 100 metros, comprende dos dormitorios y una cocina. La característica principal es su patio central cubierto por una tela blanca que lo protege de la luz solar intensa, acentuando la luz natural. Libre de adornos innecesarios, el espacio interior muestra cómo la máxima eficiencia puede ser a la vez relajante y atemporal. Cada rincón de la casa está pensado para ser lo más funcional posible, desde sus puertas correderas y las técnicas de ahorro de espacio hasta los suelos y paredes revestidos de madera iroko y okume, elegidas por sus cualidades repelentes de insectos.


Meticulosamente construida en Italia según los bocetos de Perriand, la estructura fue enviada por barco a Florida. La casa está decorada con reproducciones de dibujos de la arquitecta de entre 1929 y 1942 y también cuenta con un ejemplar de la 'pliante chaise longue' diseñada en 1928 y finalizó en 1939.



Perriand era audaz y atrevida y rara vez se llevó un no por respuesta. A los 24 años solicitó trabajo en el estudio de Le Corbusier donde le dijeron que "allí no se bordaban cojines". Sin embargo, Le Corbusier pronto cambió de opinión al ver el bar de la azotea glacial que diseñó para el Salon d 'Automne en París.

Su trabajo recuerda al diseño japonés, para ella los arquitectos modernistas estaban tratando de hacer exactamente lo que los japoneses tradicionales ya estaban haciendo con la arquitectura de sus casas.


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