Esta semana rescatamos la historia de un puente, de una construcción que forma parte del “Eco Museo” de una región de los Alpes con un alto valor paisajístico, un puente con la capacidad de conectar dos fragmentos de unas antiguas vías romanas, un espectáculo para la vista, los sentidos y la naturaleza en MADERA.
Esta obra de ingeniería, obra de Jürg Conzett, Branger & Conzett AG de finales del siglo pasado, lleva al límite aspectos del diseño y la construcción con madera. Situada en un lugar de muy difícil acceso, el peso propio de sus elementos se supedita a la capacidad de carga de los helicópteros más modernos de la época, 4.3toneladas.
El puente se compone de un ligera subestructura formada por entramados de Schwedler y Pauli realizados con madera de alerce que salvan 47m de luz con una inclinación del 6%, y que se asemeja a un gajo de naranja apoyado en dos soportes, tres cordones entramados de madera de alerce y dos cables parabólicos inferiores en acero inoxidable.
Esta subestructura estabiliza sus torsiones con una superestructura, una viga horizontal de madera laminada, coaccionada en sus apoyos, también de alerce bajo el paso y paneles contrachapados triples a modo de barandillas que se conectan mediante tornapuntas a la subestructura.
El viento es la fuerza predominante, de forma que determina la sección transversal de esta macroestructura de tan bajo coste.
El puente está diseñado pensando en la durabilidad de todos los elementos de madera que quean sin tratar, los principales se protegen por otros que se convierten en piezas de sacrificio, piezas que pueden sustituirse por otras en caso de ser necesario.
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