23 de noviembre de 2011

Museo del agua, Lanjarón


Hace unos días conocíamos el ganador de la V edición de los Premios de Arquitectura Ascensores Enor donde fue galardonado con el arquitecto andaluz Juan Domingo Santos por su obra del Museo del agua en Lanjarón, Granada.

 
El proyecto del museo se inició con la búsqueda de un lugar donde se favoreciera la presencia del agua en unas condiciones naturales. El espacio elegido se encuentra situado en el acceso al Parque natural de sierra Nevada, junto al río Lanjarón y una acequia de riego que bordea unas antiguas construcciones utilizadas como matadero municipal.

 
Dados los escasos medios disponibles la intervención ha consistido en el reciclaje y reutilización de algunos elementos del entorno. Las naves del matadero, por ejemplo, se han adaptado a museo, y se han incorporado a las nuevas instalaciones los trazados de agua de la acequia y el río a través de un sencillo sistema de láminas de agua conectadas entre sí. Delante del conjunto se ha dispuesto una plaza de naranjos ligeramente elevada del suelo, con prefabricados de hormigón apilados y troncos de eucalipto de diferentes tamaños que se inundan temporalmente con el agua de la acequia, lo que configura un espacio con aspecto diferente a lo largo del día.

 
El ingreso se produce ocupando el patio del antiguo matadero con una nueva construcción en madera. Este pabellón alberga un espacio representativo dedicado al agua y se convierte en un hito de referencia en el paisaje. La construcción evoca la cubrición del Manantial de la Capuchina, una construcción del siglo XVIII realizada en madera que albergaba en su interior el primer nacimiento de agua en Lanjarón.


El espacio situado delante del museo está formado por 17 naranjos de sombra y un suelo de troncos de madera de eucalipto inundado temporalmente por el agua de una acequia procedente de Sierra Nevada. Los troncos de madera empleados proceden de los árboles del parque caídos tras un vendaval de aire, cortados y reciclados con tamaños diferentes se han agrupado para formar un pavimento de 20 centímetros de altura que permite el paso del agua entre ellos. Esta superficie de madera, de la que emergen ordenadamente los naranjos, cambia de aspecto según el caudal de la acequia. En momentos de escaso caudal se convierte en un lugar accesible para el juego de niños bajo los árboles, mientras que con caudal abundante la plaza se inunda hasta convertirse en un espejo que refleja cuanto sucede alrededor. La lámina de agua extendida sobre los troncos de madera da un aspecto irreal a las antiguas naves que parecen flotar como ruinas rescatadas del agua que emergen del subsuelo. Los cambios físicos de este espacio motivados por las crecidas o bajadas del caudal de agua de la acequia, producen también otros efectos, como refrescar el ambiente o proporcionar una sensación de calor al quedar los troncos al descubierto.


Más información: http://www.juandomingosantos.com/
Fotografía: Fernando Alda

3 comentarios:

  1. Una buena forma de hacer arquitectura, un proyecto sincero, sin adornos, donde los materiales son los protagonistas,en especial el agua y la madera.

    ResponderEliminar
  2. Desgraciadamente el Alcalde actual de Lanjarón no lo ve igual y lo ha abandonado, mostrando ya un deterioro importante. En el siguiente enlace se pude firmar para pedir su reapertura y su adecuado mantenimiento y protección.

    http://actuable.es/peticiones/amigos-del-museo-del-agua-su-reapertura-y-conservacion-2

    ResponderEliminar
  3. Que buenos los contrastes de luz que hace la sala de madera y el pavimento realizado con troncos de eucalipto. Me gusta mucho el proyecto

    ResponderEliminar