Con una reducida paleta de materiales, vidrio, madera de iroko y
hormigón, y un esquema conceptual que busca la desmaterialización de los
límites, los arquitectos han conseguido crear un espacio interior
continuo y fluido, que juega con la iluminación y las distintas pieles
para ofrecer los grados de transparencia y privacidad requeridos por
esta oficina bancaria.
Los arquitectos Manuel Martínez Liboreiro, Enrique Piña Jiménez, Mª
Carmen Muñoz Gallardo y Agustín Muñoz Leyva plantean en Cádiz la
adecuación de un local situado en la Plaza de Mina, como sucursal de la
Caja de Arquitectos y espacio polivalente del Colegio de Arquitectos.
El
programa se articula mediante un gran vestíbulo, participando del
carácter público de la calle y sirviendo de acceso a las oficinas.
El aula polivalente se sitúa en fachada con acceso directo desde la calle.
El
espacio interior es continuo y trata de desmaterializar los límites
mediante pieles que juegan con los grados de transparencia y de
privacidad.
La medianera confiere unidad al proyecto diluyendo la frontera que
supone la división parcelaria. el vidrio blanquecino y un sistema de
iluminación continua por bandas verticales materializan la idea.
Las
oficinas se cierran con vidrio, esto permite regular el grado de
intimidad según la necesidad, sin limitar la continuidad de la planta.
Los pilares del interior se desmaterializan uniéndose dos a dos formando
muebles de madera a medida que estructuran el espacio permitiendo la
transparencia.
Los materiales elegidos son pocos y refuerzan la unidad propuesta. Un
suelo de hormigón terminado con resina epoxi y el techo de placa de yeso
laminado enmarcan el paño continuo de vidrio iluminado que reviste la
medianera.
La fachada mantiene una modulación de lamas de madera de iroko inspirada
en el logotipo de la Caja de Arquitectos. El acceso al portal de las
viviendas queda absorbido en el conjunto. El número de la finca, en
acero inoxidable, se convierte en la maneta de la puerta de entrada a
las viviendas. En contraposición, el logotipo del Colegio de Arquitectos
se labra en el mármol abujardado que reviste el dintel de la fachada.
Fotografía: Fernando Alda
Más información: Revista Oficinas
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