Parece que este año el calor no quiere dar paso al otoño por lo que nada mejor que buscar cobijo bajo una agradable sombra y muy singulares son las que dan forma al edificio del College Aime Cesaire, en la región de las Landas francesas.
Esta región costera se caracteriza por su un entorno natural con muchas horas de sol al año y una humedad relativa muy alta, dos aspectos muy influyentes en el comportamiento de la madera en exterior. Estos aspectos, sin embargo, no frenaron al arquitecto Patrick Arotcharen _muy acostumbrado al empleo de la madera en sus numerosos proyectos_ en su elección del pino autóctono de la zona, el pino de las Landas, como material de acabado exterior tanto en techo como en paredes.
La creación de espacios escolares específicos que son tanto para convivir como para enseñar y aprender en ellos, es un desafío para la arquitectura actual a la vez que una puesta en valor del carácter más social y contemporáneo de la profesión. En este caso el razonable tamaño del edificio y su emplazamiento es otro reto para una arquitectura que trata de mimetizarse con su entorno y el resultado es loable.
Unas pérgolas de madera de distinto tamaño y altura, que metafóricamente recuerdan a las copas de los propios árboles, dan paso a una arquitectura que se nutre de la luz natural en todo su interior. Los intersticios creados entre estas enormes sombras de madera se convierten a la vez en horizontes de disfrute del exterior, una combinación perfecta de madera y espacios abiertos que originan un entramado al ritmo de la naturaleza circundante.
La Escuela de Secundaria de Saint Geours se distribuye en dos cuerpos principales en torno a un amplio patio cubierto, una zona de paso que da acceso a los espacios de trabajo y a los dos niveles en los que las aulas están repartidas, llegando a confundirse si se circula por el interior o el exterior. El juego de pérgolas sincronizan y envuelve el edificio, marca el espacio con un trazo gráfico dónde reconocer el mismo bosque que lo rodea, lo que su mismo autor cita como “una metáfora legible”.
Los enormes parasoles están formados por apoyos metálicos con ménsulas de diferentes largos y medidas, situadas a distintas alturas, reduciendo el tamaño de los vuelos y recordando a troncos y ramas de los árboles cercanos. Sobre ellos se disponen lamas de madera de pino de las Landas de distintos anchos.
Muros cortina de la misma madera se convierten en cerramientos de las fachadas, que asimétricas se revisten también verticalmente de la misma madera. Cada fachada, con orientaciones distintas responde a una combinación de vidrios y brise-soleil que regulan la luz y temperatura en los espacios habitables.
El control eficiente de las fuentes de calor y de energía asegura que el edificio sea cómodo de usar durante todo el año, así el enfoque ambiental de alta calidad y de forma sostenible limita el impacto del edificio sobre el medio ambiente.
Un ejemplo de arquitectura que “enseña” por si sola.
Entrada creada por Gubia.
Fotografía: © Vicente Monthiers
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